Introducción
En este artículo pretendo exponer un camino de 3 pasos hacia la salud psicológica, partiendo de la neurosis. No digo “los” 3 pasos, puesto que no es algo cerrado. Cada psicólogo-terapeuta tendrá su respuesta, en base a su teoría y a su experiencia. La mía parte de mi posicionamiento desde la Teoría del self de la Terapia Gestalt. Y como la experiencia es algo que va modificándose, es posible que mi respuesta fuera diferente en unos años.
Pero sea como sea, en este momento mi propuesta son los siguientes 3 pasos que nos acercan a la salud psicológica: Consciencia, Aceptación y Confianza. Es decir, ser conscientes de cuándo y cómo activamos algún patrón neurótico. Aceptarlo como lo mejor que hemos podido hacer hasta ahora, no pelearnos con él, comprendiendo que en el fondo tratan de cumplir una función sana. Y por último, confiar en que nuevas posibilidades aparecerán si damos un paso hacia la novedad.
A continuación iremos paso a paso, deteniéndonos en cada uno de ellos.
1. Consciencia
Se trata de darnos cuenta de que en cierto momento estamos llevando a cabo un comportamiento rígido y reactivo. Ya sea en forma de pensamientos, juicios, actitudes, comportamientos, decisiones, emociones… Son formas de ser o de actuar que, por el simple hecho de estar activas, nos está impidiendo abrir los ojos a otras posibilidades. Son como unas anteojeras de burro que nos guían por un camino muy limitado, impidiéndonos ampliar la mirada o poner en marcha nuevos recursos. Y, además, ese camino no está consiguiendo los resultados deseados.
Un paso difícil…
Es un paso difícil, no es sencillo tomar consciencia de ello. Ya que por una parte no lo hemos puesto en marcha de manera voluntaria. Es algo que “nos sale así”, sin pensar. Como una catapulta de la que no tenemos control. Es a lo que solemos contestar con la vehemente frase “yo es que soy así”. Es algo a lo que estamos tan acostumbrados que, aunque sea algo aprendido, creemos que forma parte de nuestra naturaleza.
Y lo es también, además, porque son formas de actuar que, como ya vimos en el artículo anterior, se ponen en funcionamiento cuando una situación la percibimos como potencialmente peligrosa y frustrante. Por lo que la vivencia que hay por debajo es de ansiedad. Esto va a hacer que estemos a la defensiva. Cualquier intento exterior de que tomemos consciencia va a ser vivido como un ataque. Nos hará sentirnos débiles y excesivamente vulnerables. Por lo que trataremos de apartar de nosotros aquello que creemos que nos está poniendo en peligro. Aunque realmente pueda estar tratando de ayudarnos.
…pero importante
Ser conscientes de que estamos actuando en esa modalidad limitada y obcecada, es de vital importancia. Si somos conscientes, aunque actuemos por reacción y sin posibilidad de elegir, al menos lo sabremos. Este punto de luz, que nos permite vernos a nosotros mismos con las anteojeras puestas, es la puerta que posibilita el cambio. Sin ella todo seguirá igual, y lo que es peor, estaremos convencidos de tener la razón ante cualquier cuestionamiento exterior.
La idea es darnos cuenta que estamos actuando de manera reactiva, defensiva y sin que esté mediando nuestra voluntad. Ya solo esto nos sitúa en una metaposición, un punto de vista más elevado que nos permite observarnos a nosotros mismos. Se trata de desidentificarnos de esas acciones, actitudes o pensamientos automáticos que nos constriñen. Una diferencia que quizá nos despierte a la capacidad de decidir, de elegir si seguir actuando así o hacerlo de otra manera.
Aunque también puede suceder que la neurosis está tan profundamente instaurada que no vaya a desaparecer, Que nos va a seguir acompañando, queramos o no. Pero aún en este caso, la diferencia entre ser conscientes de ella y no serlo marcará una gran diferencia en cuanto a la forma de vivirla. Si somos conscientes podemos verla en perspectiva y hablar de ella, contemplar el oleaje sin ahogarnos e incluso reírnos de nosotros mismos. En cambio, cuando no lo somos, nos vemos sumidos es ese oleaje sin saber si quiera qué está ocurriendo.
2. Aceptación
En un segundo paso se trata de aceptar estos estados reactivos, tal como surgen. Ya que han surgido para algo, que tienen una función. En ellos hay algún deseo o impulso sano que desea expresarse. No son comportamientos “locos”, solamente se quedaron rígidos, desfasados y sin posibilidad de adaptarse a las circunstancias cambiantes. Pero tienen un significado en la situación actual, han surgido y se mantienen siguiendo una dirección de sentido. Y así como comprender ese significado en el campo presente nos ayudará a aceptarlos, aceptarlos también nos va a ayudar a entender su propósito.
Preguntarnos ¿qué sentido puede tener este comportamiento en este momento en esta situación? ¿Qué me aporta a mí y qué aporta a mi entorno y a mis relaciones? ¿Cómo modifica a la totalidad del campo el hecho de que este comportamiento esté presente aquí y ahora? ¿Qué pasaría si no estuviera? Son preguntas que nos pueden ayudar a comprender y a aceptar.
Luchar contra ellos, juzgarlos o tratar de eliminarlos sin más, nos va a asumir en una lucha sin demasiada esperanza contra nosotros mismos y contra los demás.
3. Confianza
Abrir los ojos a lo que ya estaba ahí pero que no veíamos del todo bien, con una actitud de aceptación y comprensión, nos abre puertas. Y también nos facilita atravesarlas con confianza.
Confianza en los recursos que aparecen de manera espontánea durante este proceso de cambio. En el nuevo deseo que comienza a hacerse ver. En la serena osadía que surge de la aceptación. Confianza en los apoyos que aparecen cuando nos quitarnos la venda que nos impedía verlos. Y en las personas que nos rodean, que estarán más dispuestas y receptivas a dejarse influir, al ver en nosotros una actitud diferente.
Todo eso se conjura para tendernos un puente hacia la novedad creativa. Para dar pasos hacia lo todavía no transitado, para ampliar nuestro mundo conocido, en coherencia con lo que somos y con el lugar y el momento que habitamos. Avanzando así de una manera más fluida y consciente.
Dando a los otros también la oportunidad de crecer con nosotros. Porque nuestra rigidez es realmente la rigidez de nuestra relación con los demás y nuestro crecimiento es el crecimiento de nuestras relaciones, y por tanto de los que se relacionan con nosotros. Cambiando nosotros cambia nuestro entorno, y viceversa. Por lo que apostar por nuestra salud psicológica es apostar por la salud de nuestro entorno.
Hacia la salud psicológica de la mano de un psicólogo y terapeuta
Este proceso no es posible realizarlo en soledad. Por una parte, es muy complicado ver nuestros propios mecanismos neuróticos. Los realizamos de forma tan habitual que forman parte de nuestro fondo, de lo que consideramos “normal” en nosotros. Por lo que nos suelen pasar desapercibidos. Además, la toma de consciencia está tan repleta de trampas, de autoengaños, justificaciones…, que nos impiden ver con claridad. Por otra, dado que se gestaron en interacción con el entorno, solo en interacción podrán dejar de ser un rígido obstáculo. Aceptar nuestros modos neuróticos también requiere de un otro que nos ayude a ello. Y transitar la experiencia de dar pasos hacia la novedad, como ya vimos en nuestro artículo “Lo que cura es el vínculo”, requiere de un entorno suficientemente seguro, pero que también ponga en marcha el impulso reprimido.
Por ello, es la presencia de un profesional, de un psicólogo y terapeuta con la sensibilidad, conocimientos y el tacto suficiente, el que, junto con el paciente, facilitará la creación del clima idóneo para que estos pasos hacia la salud psicológica se puedan andar.
Paco Giner
Psicólogo en Valencia
Terapeuta Gestalt
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